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Filoxera

1. Ciclo de vida muy complejo: de las raíces a las hojas

La filoxera es un pequeño pulgón alado de origen norteamericano que vive en varios árboles, como el roble o el peral. La especie fue descrita por primera vez por Fitch en los E.U.A. en 1855, y el entomólogo inglés Westwood la registró en invernaderos londinenses en 1863.

 

En Francia, desde 1863, se observaron los primeros daños de un depredador desconocido en el municipio de Pujaut, cerca de Roquemaure, en el Gard. Un veterinario de Arles, el Sr. Delorme, también administrador de un dominio de la región camarguesa, fue el primero en señalar esta extraña decadencia de las viñas, en una carta dirigida el 8 de noviembre de 1867 a la comice Agricole d'Aix-en-Provence. La expansión por proximidad era de una gravedad inquietante.

 

Se designó rápidamente una comisión constituida por tres miembros: Jules-Emile Planchon - Profesor de botánica en la Facultad de Ciencias y en la Escuela de Farmacia de Montpellier, Gaston Bazille - viticultor y presidente de la Sociedad de Agricultura de Herault, político y futuro senador, y Félix Sahut - horticultor viverista y miembro fundador de la Sociedad de Horticultura e Historia Natural del Hérault. La influencia científica y política de Montpellier ya estaba establecida. Esta comisión se cubrió de gloria cuando, el 15 de julio de 1868, fue al Chateau Lagoy, cerca de Saint-Rémy-de-Provence, y distinguió al funesto insecto.

 

Fue F. Sahut quien primero observó el pulgón en unas raíces secas, y tendió la vid a sus colegas J.E. Planchon y G. Bazille. Esta primacía de unos segundos en el descubrimiento del pulgón devastador dará lugar posteriormente a inextricables conflictos entre Sahut y Bazille, puesto que este último, único verdadero científico del grupo, ha redactado una nota de investigación sobre este descubrimiento, y se atribuyó la paternidad exclusiva y bautizó el pulgón "phylloxera vastatrix». La historia oficial ha validado esta tesis, como siempre, la del mejor comunicador.

 

Se trata de un hemisferio caracterizado por antenas largas; dos pares de alas y partes bucales punzantes con un largo rosal articulado. El 90% de las especies conocidas son fitófagos. Su existencia se remonta a 250.000.000 de años. La especie filoxera vastatrix ataca a la vid. Esta es la que estamos mirando.

 

El ciclo de reproducción de la filoxera es absolutamente complejo, con varias generaciones anuales de reproducción por partenogénesis (para los que no han estudiado en la escuela, se trata de un modo de reproducción por autofecundación) y un ciclo de reproducción sexuado.

 

Los huevos pueden dar Phylloxéras aladas que vuelan con ayuda del viento, pero también áptero y radicícola, que se hunden bajo tierra donde, con la ayuda de sus sudores, absorben la savia de las raíces. El insecto puede experimentar varias mudas en pocos días, para volverse alado.

 

En la mayoría de los casos, esta filoxera áptera desciende sobre las raíces de la vid, a costa de las cuales vive, de ahí su nombre de filoxera radicícola; pero a veces puede ir sobre las hojas, dando lugar a gales (se habla entonces de filoxera galicola).

 

La infestación de una cepa de vid por la filoxera provoca su muerte en tres años. Son las generaciones radicícola – que viven en las raíces – las que son peligrosas. Las generaciones galesas – que viven en las hojas en las que sus picaduras provocan la formación de gales – provocan un amarillamiento del follaje, que no es mortal para la planta (aunque en niveles de alta infestación, la acción fotosintética del follaje puede estar añada).

 

En pocos meses, millones de pulgones se multiplican. Por esta complejidad, el pulgón es difícil de controlar. En todo caso, lo era hace 150 años.

 

Hoy, en el siglo XXI, nadie se interesa en la lucha contra la filoxera, y eso es una lástima, porque la tecnología y la ecología moderna deberían permitir que un insecto minúsculo dejara de estar bajo su yugo, cuyas consecuencias son inconmensurables y perduran.

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